La ruta empezará en el ya desaparecido convento de San Francisco de Valencia, situado en
aquella época donde está hoy en día la plaza del ayuntamiento.
Y terminará en el
edificio de la Aduana, actual Ministerio
de Economía y Hacienda al comienzo de la calle Alcalá.
En total serán sobre 500 kilómetros de reviradas carreteras y
pistas para encontrarme con 30 torres fortificadas que dieron cobijo a
valerosos militares que defendieron a capa y a espada estas fortificaciones
junto a sus más preciados códigos secretos.
UN
POCO DE HISTORIA
Entre 1848 y 1849, se construyeron 30 torres defensivas amuralladas entre Valencia y Madrid
con el propósito de poner en marcha un servicio de mensajería rápida que
supusiera una gran revolución en la comunicación postal del siglo XIX entre la
capital y la periferia del país.
Los torreros se alternaban entre sí por
turnos. Para que un servicio así funcionase con diligencia se exigía una
rigurosa disciplina que exigía una organización paramilitar. Muchos
excombatientes de la Primera Guerra Carlista entraron en el servicio por
considerarse los más indicados por las penalidades que tendrían que soportar.
La organización que se dio al cuerpo de telégrafos fue paramilitar con un nivel
superior (facultativo) con acceso al código secreto y otro inferior compuesto
por operarios. Las líneas se organizaban militarmente en divisiones con
jefatura en cada capital de provincia y cada división en cuatro o cinco secciones
compuesta a su vez de cinco o seis estaciones Los edificios levantados para
servir de soporte a este nuevo avance tecnológico fueron diseñados como torres
defensivas fortificadas, como la que se encuentra en San Antonio de Requena o
se ocuparon otros edificios suficientemente fortificados. Por orden ministerial
de uno de marzo de 1844 se señalaban las condiciones que debían cumplir los
lugares donde se colocasen las estaciones repetidoras del telégrafo óptico:
- La distancia entre las estaciones sería como mínimo de dos
leguas y máximo de tres, teniendo en cuenta los accidentes geográficos.
- Deberían seguirse las carreteras existentes buscando la mayor
seguridad de las zonas transitadas.
- Las estaciones se fijarían en poblaciones siempre que fuera
posible.
- En las capitales de provincia se debería procurar colocar las
estaciones en el mismo edificio que las autoridades civiles o militares.
- Eran preferibles edificios fortificados del Estado, torres de
iglesias o ermitas, castillos o casas fuertes que pudieran defenderse en
caso de necesidad.
- Se debería mantener la alineación siempre que fuera posible
procurando un radio visual de la línea perpendicular al frente de cada
torre, aunque según escribe Madoz: la mayor y más esencial ventaja
que lleva, sin disputa, nuestra máquina telegráfica a todas las demás
conocidas es la de que sus signos son visibles con igual claridad desde
todos los puntos del horizonte, al paso que en la de otros países la
percepción de aquellos solo es exacta cuando se observan en una dirección perpendicular....
El tramo Madrid-Valencia,
se inauguró el 21 de octubre de 1849. El mensaje salió de Madrid a las 7 horas
y se recibió en Valencia a las 8:30 horas. A continuación se transmitió otro
mensaje desde Valencia a las 10:30 horas que se recibió en Madrid a las 11:10.
(Gaceta de Madrid, 25/10/1849)
(Gaceta de Madrid, 25/10/1849)
Tramo de la ruta Madrid-Valencia
Sección 1ª
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3.- Vacia-Madrid
Sección 2ª
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9.- Belinchón
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10.- Tarancón
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12.- Saelices
Sección 3ª
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17.- Atajollano (Olmedilla)
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19.- Atalayón (Iniesta)
Sección 4ª
Enlace a la ruta: