Amanece en el segundo día de ruta y parece que va a
ser muy bueno.
Nos despedimos de Monzón y siguiendo el curso del rio Cinca nos vamos en busca de la primera población templaria de
hoy, Chalamera.
Poco antes de llegar
al pueblo nos encontramos con el único vestigio templarios que queda de su paso
por esta localidad, la Ermita de Santa María de Chalamera, subimos con
Flavia una pequeña pero empinada cuesta y ahí está, como si estuviera
observando el paso del río a través del valle y esperando nuestra llegada.
Las
vistas de la cuenca y la tranquilidad de la zona nos invitan a parar la moto y
pasear alrededor de la solemne construcción.
Después de recrearnos un buen rato con el
fantástico paisaje que nos brinda las primeras horas de la soleada mañana nos vamos
dirección Chalamera y acercándonos
al pueblo vemos la montaña que domina la población, donde un día estuvo el
castillo pero que ahora no queda resto de él.
Establecidos los templarios en
Chalamera reedificaron el castillo visigodo que fue cabecera de su encomienda
paralela a la de Monzón
Los templarios resistieron
tenazmente en su castillo el vergonzoso sitio a que fueron sometidos tras las
calumnias perpetradas por Felipe el Hermoso, rey de Francia y el Papa Clemente
V.
Apresados los monjes del de
Monzón, solamente quedó Chalamera como último castillo templario, por eso, fue
destruido por completo y solo queda, como recuerdo, el monte sobre el que
estaba construido.
No me puedo ir de aquí sin ver el rio Cinca de cerca, así que
hacemos un trozo de pista para acercarnos a él y descansar un poco antes de
seguir hacia Alcañiz, nuestro
próximo destino.
Atravesaremos Monegros
y el embalse de Mequinenza por Caspe y cuando queremos darnos cuenta,
ya estamos subiendo al parador de Alcañiz donde se encuentra su castillo, las
vistas de toda la ciudad desde el alto atravesada por el río Guadalupe son impresionantes.
Hay pinturas murales templarias en
la sala capitular del castillo que fue de los calatravos, que la recibieron en
1179 de manos de Alfonso II. En dichas pinturas se ven templarios en la
conquista de Valencia.
Seguimos viaje y atravesamos Calanda,
haciendo parada en su pantano para comernos un buen bocata de chorizo que nos
hará reponer fuerzas para continuar.
Nuestro siguiente destino será Castellote, una de las principales puertas del Maestrazgo al que no
tardamos en llegar. Este pueblo está íntimamente ligado a la Orden del Temple,
su castillo enriscado desde el cual se domina la población y un torreón
templario reconvertido en centro de interpretación así lo manifiestan.
Aparcamos la moto frente a la torre y nos damos un buen paseo por
sus empinadas y empedradas calles.
El castillo, emplazado sobre el soberbio escarpe que domina la
población, fue ordenado construir por Alfonso II, sobre una fortaleza
reconquistada a los musulmanes por Alfonso I.
Alfonso II encomendó su defensa a los
Templarios. Toda la obra parece responder a la época templaria del siglo XIII y
es un ejemplo de los castillos levantados por órdenes militares
Aquí resistieron ante las tropas
del rey durante un año tras el prendimiento de los templarios en 1308.
Seguimos ruta, atravesando el pantano de Santolea, característico por su bonito
color azul turquesa, cuyo territorio fue también fue Templario, aunque ahora se
encuentre oculto bajo las aguas.
Muchas veces de camino hacia nuestro próximo destino, nos toparemos con construcciones que nos imponen respeto y admiración, como esta Ermita de San Marcos, también conocida como la catedral de las montañas y sita en el término de Olocao del rey, que nos invitan a detenernos y ponernos a explorar en la soledad que nos regala visitarla entre semana...
En breve estaremos ante las puertas del amurallado
pueblo de Mirambel, donde entraremos con Flavia por sus estrechas calles y
aparcaremos al lado de la iglesia para poder reposar un poco igual que lo hizo Jaime I de Aragón antes de iniciar la conquista de Morella, primera población conquistada del Reino de
Valencia.
Mirambel fue conquistada
a los musulmanes por Alfonso II en 1169 y posteriormente entregada a la orden
militar del Santo Redentor, pasando posteriormente a poder de la Orden del
Temple.
Fue
un lugar donde ya en el Medievo los caballeros templarios dejaron su
huella, marca indeleble de un territorio que fuera frontera en tiempos de
la Reconquista cristiana con el reino de Valencia.
Alfonso
II en 1157 le concedió Fuero Libre. El pueblo contó desde 1234, gracias al
maestre de la Orden del Temple con la Carta Puebla.
Visto el pueblo emprendemos ahora la
marcha hacia Cantavieja, a la que
nos acercamos por una zigzagueante carretera que nos ira guiando hacia el
peñasco donde se asienta desde hace siglos.
La leyenda dice que su castillo lo
construyó Aníbal, quien le llamó “Cartago Vetus” Una vez allí dejaremos a
Flavia en la plaza y nos dispondremos a recorrerla.
Tras la conquista de estas zonas a los musulmanes, Cantavieja va a
ser la cabeza de la Encomienda de la Orden del Temple, además de ejercer como
cabeza de las bailías hospitalarias de Aliaga y Castellote.
El 29 de noviembre de 1212 Pedro II de Aragón la entregó a la
Orden del Temple y en abril de 1225 el maestre del Temple otorgó Carta de
Población a los habitantes de la población. En su castillo establecieron su
habitat los templarios, de los que dependieron las propiedades que tenían en La
Iglesuela, Villarluengo y Mirambel, que antes pertenecieron a la encomienda de
Castellote.
Próximo destino, La Iglesuela del Cid, que como bien dice su nombre, nos anuncia un
pasado estrechamente ligado al del Cid
Campeador.
Entramos en el pueblo por sus calles que conforman un complejo
entramado que recorre un pasado repleto de historia que alcanzó su máximo
esplendor en la época romana, de la que se conservan restos arqueológicos a las
afueras.
Rodrigo Díaz de Vivar se refugió en esta localidad camino de
Valencia y la fortificó. En el siglo XII, la villa se encomienda a los
templarios para formar parte de la que fue la Baylía de Cantavieja. La Torre de
los nublos es parte superviviente del castillo que construyeron aquí los
templarios en el siglo XIII o comienzos del XIV. En concreto es la Torre del
Homenaje que está construida con mampostería y sillería y esta rematada con
almenas.
Aquí
termina otra dura pero bonita jornada y nos toca descansar en alguna posada del
lugar, que tenga establo para mi cansada Flavia y una buena cama para este
maltrecho caballero.